La nueva ética ciclista se levánta en un ambiente de buitres.
Los laboratorios encontraron un filón en el caso de Alberto Contador, despues de que el New York Times, para descanso de Lance Armstrong, desviase ahora a su atención hacia el caso del ciclista español. El torrente sanguíneo del madrileño ,según quieren dar a entender desde los laboratorios, arrastra plásticos y otros deshechos no biodegradables, como cualquier río de nuestras ciudades. Y ese supuesto caudal, que podría ser nocivo desde cualquier perspectiva que se contemple, es oro para las multinacionales de las análisis clínicas.
Esas empresas ven como un hecho de estas características las sitúa de un día para otro en el primer plano de la actualidad internacional, cuando, por lo general, tienen que invertir muchos años y muchos recursos para dar un pequeño paso que les conceda una mínima notoriedad. El efecto es mayor si se saltan todos los protocolos establecidos y se filtra la noticia a un medio de comunicación de gran alcance.
El AMA (Agencia Mundial Antidopaje) también aprieta. No solo tiene que llevar a cabo su labor, sino que se tiene que hacer ver para poder justificar sua costosa existencia. Por otro lado, el máximo mandatario de la UCI habla de los problemas ajenos, pero no de los propios, de los que indirectamente se están causando gratuitamente a muchas personas con la vulneración sistemática de las normas más elementales, entre ellas la confidencialidad y la presunción de inocencia.
Tampoco importa mucho si los novedosos métodos utilizados están suficientemente contratados o no; al fin y al cabo son solo ciclistas. Detrás de ellos no hay poderosos clubs que defiendan sus derechos (léase clubs de futbol, baloncesto, F1, motos, etc...). El ciclismo es otro mundo. Los grupos deportivos, tan maltrechos economicamente como los ciclistas, se tienen que apartar de inmediato porque, si no lo hacen, serán sospechosos de encubrir el dopaje. Es mejor ser sospechoso de pisar los derechos fundamentales de una persona. Y sobre este ambiente de tiburones, buitres y carroñeros, se levanta la nueva ética del ciclismo. Los derechos de los corredores, sin que sirva de disculpa para los que hacen trampas, no avanzaron nada.
Saludos y buenos vientos
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